Los Guardias rojos se concentran en Pekín
18 de agosto de 1968.
Última hora, 18 de agosto de 1968, casi un millón de jóvenes estudiantes de todos los confines de China comienzan a congregarse en la enorme plaza de Tien An Men, en Pekín. Los reunidos forman parte de los guardias rojos de Mao.
En este momento, la muchedumbre está lanzando un rugido ensordecedor mientras Mao Tse-tung, padre de la revolución comunista china y el dirigente más venerado de la nación, asciende la rampa que conduce a la colosal Puerta de la Divina Paz, al compás triunfal de “Oriente es rojo”. En medio de los atronadores aplausos, el anciano héroe, vestido con su conocida guerrera militar saluda alzando las manos.
Se prevé que a lo largo del día continue la concentración de masas, mientras oradores de todo el país exhortaban al pueblo a “destruir el viejo mundo, crear uno nuevo y llevar a cabo con decisión la gran revolución cultural proletaria”. Después, los guardias rojos desfilaran ante los dignatarios reunidos, cantando, gritando consignas revolucionarias y mostrando con el brazo extendido los ejemplares encuadernados en rojo de las Citas del presidente Mao Tse-tung.
Al anochecer, una brillante exhibición de fuegos artificiales pondrá fin a la concentración.
Última hora, 18 de agosto de 1968, casi un millón de jóvenes estudiantes de todos los confines de China comienzan a congregarse en la enorme plaza de Tien An Men, en Pekín. Los reunidos forman parte de los guardias rojos de Mao.
En este momento, la muchedumbre está lanzando un rugido ensordecedor mientras Mao Tse-tung, padre de la revolución comunista china y el dirigente más venerado de la nación, asciende la rampa que conduce a la colosal Puerta de la Divina Paz, al compás triunfal de “Oriente es rojo”. En medio de los atronadores aplausos, el anciano héroe, vestido con su conocida guerrera militar saluda alzando las manos.
Se prevé que a lo largo del día continue la concentración de masas, mientras oradores de todo el país exhortaban al pueblo a “destruir el viejo mundo, crear uno nuevo y llevar a cabo con decisión la gran revolución cultural proletaria”. Después, los guardias rojos desfilaran ante los dignatarios reunidos, cantando, gritando consignas revolucionarias y mostrando con el brazo extendido los ejemplares encuadernados en rojo de las Citas del presidente Mao Tse-tung.
Al anochecer, una brillante exhibición de fuegos artificiales pondrá fin a la concentración.
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